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Jul 26, 2018
Kristen Baird
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¡Se acabaron los proyectos cerrados! Bienvenidos a la personalización

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En un mundo cambiante, la forma de trabajar y de organizar los proyectos también está viviendo su propia revolución. Analizamos las ventajas y desventajas de la Metodología ágil vs. Tradicional.

La gestión de proyectos se ha convertido en uno de los pilares más importantes dentro de cualquier compañía ya que se ha establecido como una de las claves principales para su correcto funcionamiento. Por eso, las empresas buscan tecnologías, sistemas o procesos que les ayuden a personalizar y optimizar la gestión de sus proyectos. Así surge la metodología Agile que te presentamos en este mismo blog; sin embargo, todavía quedan dudas sobre cuál conviene utilizar. El debate está servido: Metodología ágil vs. Tradicional.
 
Las tecnologías, los sistemas de trabajo, las necesidades de los clientes… evolucionan a pasos agigantados y, de un modo u otro, debemos ser capaces de adaptarnos. La metodología Agile busca incorporar esa flexibilidad al mundo de la gestión de proyectos y romper por completo los esquemas tradicionales.
 
A la hora de realizar, por ejemplo, una consultoría ya no hay unos pasos marcados y predeterminados para todos los proyectos; todo se adapta a las necesidades de ese caso concreto y se modifica según vayan surgiendo imprevistos. Estamos a punto de entrar en la era de la personalización y a la flexibilidad.
 
Sin embargo, todavía hay algunos que piensan que tener una hoja de ruta marcada de la que no salirse bajo ningún concepto es mucho mejor. Es decir, prefieren la forma tradicional y más hermética.

 
Metodología ágil vs. Tradicional: ¿en qué consiste cada uno?

Antes de entrar a comparar los diferentes métodos, conviene dejar claro qué entendemos por Agile y tradicional.
 

Metodología tradicional
Por metodología tradicional nos referimos a sistemas basados en el control de trabajo y que siguen protocolos muy definidos, en los que no suele haber lugar a cambios o modificaciones de última hora. Se puede decir que esta se caracteriza por:
 

- Equipos de trabajo grandes.
- Marcos de trabajo muy definidos.
- Rigidez en las fechas de entrega.
- Roles muy definidos.
- Escasa comunicación con el cliente.

 
Metodología Agile
Esta mantiene una visión mucho más abierta del proyecto y se adapta a las necesidades. Está pensada para optimizar tiempo, recursos humanos y ofrecer al cliente el valor que espera. Sus rasgos distintivos son:
 
- Equipos multidisciplinares.
- Flexibilidad en la gestión del proyecto.
- Organización temporal en pequeños períodos de tiempo.
- Entregas periódicas de trabajo.
- Foco a corto plazo.
- Comunicación diaria con el cliente.
- Flexibilidad ante el cambio.


Diferencias entre metodología Agile y tradicional

Como ves, las dos metodologías parten de conceptos muy diferentes. Por tanto, emplear una u otra supondrá un cambio muy importante en la gestión de proyectos.
 
Agile se centra en adaptarse a los cambios y necesidades que van surgiendo en el día a día de los proyectos; por eso, las planificaciones se hacen a corto plazo para poder ir añadiendo o quitando tareas. En el método tradicional, donde todo es mucho más “cerrado”, es más complicado salirse del plan establecido y la agilidad brilla por su ausencia.
 
En la metodología Agile, por otro lado, el cliente tiene un papel importante ya que será él el encargado de establecer prioridades y fechas de entrega. Todo el proceso se personaliza y se adapta para él. Al final, nadie mejor que el cliente sabe lo que su compañía necesita. Y de este modo, además, este está feliz y siente que tiene el control del desarrollo del proyecto.
 
Los equipos ágiles también tienen un gran protagonismo ya que cada uno es responsable de una serie de tareas y ha de rendir cuentas sobre ellas; es decir, son autosuficientes y autogestionables. Existe un líder que organiza el trabajo y se comunican con el cliente, pero desaparecen las jerarquías y los protocolos tradicionales que, en muchas ocasiones, solo retrasan los procesos.
 
Por último, la métrica más importante dentro de las metodologías ágiles es la satisfacción del cliente y valor entregado. Es difícil de cuantificar pero, al final, es lo más importante dentro de esta visión.
 
Siendo dos formas de gestionar proyectos tan diferentes, ¿estas pueden convivir? Lo cierto es que muchos autores creen que lo más recomendable es utilizarlos por separado, ya que de lo contrario puede ser contraproducente.

Aunque las bondades de la metodología agile son indiscutibles; lo cierto es que ambas opciones pueden ser igual de buenas según el proyecto que tengamos entre manos. Por ejemplo:

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Aunque actualmente todavía podemos elegir la metodología que se adapte mejor al proyecto en el que trabajamos, conviene ir diciendo adiós a los proyectos cerrados para abrazar la flexibilidad y la agilidad en la gestión de los mismos. Las ventajas, como ves, son numerosas y traerá mucho éxito a la compañía.

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